"Ella lo lleva todo para adelante"
Me gustaría dedicar esta entrada en mi diario de aprendizaje a una de las mujeres más importantes de mi vida: mi madre.
En esta primera tarea se nos pide que reflexionemos sobre las mujeres de nuestro entorno. Sin duda alguna, una madre es siempre la primera referencia que se nos viene a la cabeza. De hecho, en la mayoría de los casos nuestra madre se convierte en la figura femenina que nos sirve de punto de partida a la hora de analizar la realidad de las mujeres a nuestro al rededor.
Además, se nos insta a responder la pregunta: ¿disfrutan del reparto de tareas o de la práctica de la corresponsabilidad en sus entornos?
La respuesta a esta pregunta, en mi caso, es bastante clara y concisa: sí. Tanto mi padre como mi madre han trabajado desde antes de mi nacimiento y todavía lo siguen haciendo. Por tanto, desde bien pequeño he sido consciente de que en mi casa las tareas se repartían de manera bastante equitativa. De hecho, mi madre siempre ha trabajado más horas que mi padre, por lo que éste se encargaba de muchas de las tareas que tradicionalmente se han asociado con las mujeres, como ir a hacer la compra, cocinar o hacerse cargo de la colada.
No obstante, y a tenor de la foto que propongo en esta entrada, me asalta una pregunta ahora que tengo más perspectiva sobre la vida familiar que he visto en casa. ¿Puedo considerar a mi madre una mujer privilegiada por haber contado con la ayuda de su marido y sus hijos en el desempeño de las tareas domésticas? O lo que es mejor, ¿por qué lo considero un privilegio?
Si comparo el caso de mi madre con el de mis familiares cercanos, amigos o conocidos, la diferencia es muy significativa: muchas madres de familia no han tenido la oportunidad de trabajar o directamente han decidido no hacerlo en pos del cuidado de los asuntos domésticos. Y me resulta curioso como esas madres amas de casa 100% se referían a la mía como una especie de super heroína que era capaz de "llevarlo todo para adelante", algunas veces con admiración y otras con cierto escepticismo.
Yo, por supuesto, me sentía muy orgulloso de tener una madre trabajadora que, además, contaba con toda la ayuda del mundo en casa. Pero con el paso del tiempo me he empezado a preguntar por qué era mi madre quien, trabajando igual que mi padre, recibía la ayuda y no al contrario. En nuestra sociedad se da por hecho que es la mujer quien debe ocuparse de todos los asuntos concernientes al sostenimiento de la vida en casa. Pero, ¿y el padre?. Evidentemente he crecido en un buen ambiente familiar, sano y rico en valores y libertades, pero regido claramente desde la perspectiva heteropatriarcal.
Mi madre puede considerarse afortunada por haber recibido esa "ayuda" que los hombres trabajadores no necesitan porque sus obligaciones siempre se han limitado a su trabajo fuera de casa.
¡Qué paradoja...!
Lo que siempre se ha visto como un acto de valentía y heroicidad no es otra cosa que algo que debería surgir desde el mero sentido común.
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